Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Hechos 14:23
Jesús sabía que los corazones de sus discípulos se habían acostumbrado a su presencia física mientras los miraba a los ojos y les comunicaba su afecto, belleza y asombrosa sabiduría todos los días. Él sabía que una vez que había muerto y ascendido, el ayuno les ayudaría a recuperar algo de la maravillosa realidad que habían experimentado con Él en Su presencia física con ellos. Cristo sabía que una vez que se hubiera ido, el deseo, el anhelo y la enfermedad de amor de los discípulos por Él los llevaría a llorar por estar cerca de Él como en los días en que caminaba con ellos. Esa hambre de recuperar ese mismo sentido de cercanía con Él probaría ser una clave para su intimidad, poder, unción, y el compañerismo del Espíritu Santo. Sólo Jesús pudo haber pensado en el paradigma único para responder a la enfermedad de amor espiritual. Jesús combinó las dos ideas aparentemente divergentes en una sola.
ORACIÓN
Jesús, no puedo imaginar el vacío que sintieron Tus discípulos cuando los dejaste para regresar al cielo. Pero ese vacío los atrajo a una nueva experiencia de compañerismo con Tu precioso Espíritu Santo. Deja que esa experiencia sea mía, Señor, y revelate a través de Tu Espíritu a mi corazón anhelante.
Ninguna religión en el mundo ha logrado relacionar el ayuno con el mal de amores.
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