Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
– Juan 13:15
Las calificaciones para ser un líder no consisten únicamente en sentarse detrás de un escritorio y ladrar órdenes para que otros las hagann. Si ese fuera el caso, la vida tal como la conocemos se detendría, con muchas conversaciones pero sin acción. Los líderes exitosos pueden delegar deberes a otros pero también están dispuestos a realizarlos si es necesario.
Conozco una cadena de supermercados donde el CEO y su equipo de vicepresidentes asisten a la inauguración de cada nueva ubicación. En lugar de simplemente tomar el sol en el punto de mira de otro, se ponen a trabajar, ayudando al nuevo personal. Se los puede ver en las estanterías, realizando comprobaciones de precios, ayudando a los clientes y empacando alimentos. Incluso recolectan carros de compras del estacionamiento. ¡Hable de establecer un ejemplo para los nuevos empleados!
Jesús dio el ejemplo perfecto en la noche en que fue traicionado por Judas Iscariote. Mientras se servía la cena, se levantó de la mesa, tomó una toalla y un recipiente con agua y procedió a lavarle los pies a sus discípulos. Tal tarea se suponía que debía ser llevada a cabo por un servidor, pero Jesús estaba dispuesto a asumir ese papel. Pedro no estaba seguro de qué pensar, rechazando el lavado de pies al principio. Más tarde, Jesús informó a Pedro y a los otros discípulos que el liderazgo es igual al servicio. No es una verdad fácil de aplicar para muchos líderes, pero el ejemplo de Cristo de esa noche es un caso elocuente.
Así que la próxima vez que esté listo para decirle a alguien lo que debe hacer, piense en la comida de la noche en que el Señor, de rodillas, lavó los pies sucios y malolientes de aquellos que amaba, y por los que luego murió. Ese es el liderazgo en su forma más alta. ¿Cómo puedes seguir ese ejemplo?
Vía: Revista Ministry Today