Ahora pues, sean sabios, oh reyes; sean instruidos, jueces de la tierra. Sirvan al Señor con temor, y alégrense con temblor.
– Salmos 2: 10-11, NKJV
Dios es impresionante en esplendor y aterrador en su grandeza. Él no tiene superior ni igual. Cuando tengamos un atisbo de su poder eterno y majestuosa belleza, nos llenaremos de temor reverencial. Temblamos ante su grandeza. Si solo nos sentimos temblando ante la presencia de Dios, entonces no experimentaremos la plenitud de su gracia. David dice que debemos regocijarnos delante de Él también.
ORACIÓN
Señor, eres realmente esplendoroso y aterrador en Tu grandeza. Es más de lo que puedo comprender que me amas tanto que me otorgas una herencia justa. Me regocijo en Tu bondad hacia mí y me inclino con humilde temor en Tu poderosa presencia.
Debemos regocijarnos de los beneficios de nuestra herencia.
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