Por: Lee Grady

Mi autor cristiano favorito, el predicador inglés, Charles Spurgeon, siempre les decía a sus universitarios estudiantes de la Biblia, que un ministro nunca debe permitir que las opiniones o actitudes de la gente, les distraiga de la tarea santa de Dios. Spurgeon instó a sus discípulos a adoptar lo que él llamó “un ojo ciego y un oído sordo,” de modo que no permitieran que las personas les impidieran cumplir con su misión.
Spurgeon escribió: “No podemos cerrar nuestros oídos, como cerramos nuestros ojos, pues no tenemos cómo hacerlo… sin embargo, es posible sellar el portal del oído, de modo que nada de contrabando pueda entrar allí.”
He aprendido con los años que, hay ciertas conversaciones que debemos dejar de tener. Las palabras tienen el poder de inspirar, pero la clase equivocada de palabras, también puede descarrilarnos. Y en esta era de ultraje en Facebook – donde todo el mundo siente que debe entrometerse en toda discusión – debemos aprender a apagar nuestros oídos, así no nos entrometemos en ninguna pelea que no sea nuestra.
Las palabras tienen el poder de inspirar, pero la clase equivocada de palabras, también puede descalificarnos.
Hoy en día, las transmisiones de TV, los mensajes de texto y tweets ilimitados, polarizando los debates políticos y la comunicación sin fin, está formando una generación de reaccionarios desproporcionados. Pero no todo requiere mi respuesta. Aquí hay cinco cosas de las cuales estoy aprendiendo a desconectarme:
1 Las ofensas de otros. Algunas personas que se sintieron ofendidas hace 25 años, nunca descansarán hasta ver la justicia servida – y te empujarán a que tomes parte en el juicio. Proverbios 26:17 dice, “Entrometerse en los pleitos ajenos es tan necio como jalarle las orejas a un perro.” Tú no eres el jurado y no tienes que tomar ninguna decisión en este sentido.
2 Chismes. Me sorprende cuando los cristianos que han experimentado el perdón y amor de Jesús, bruscamente diseccionan a otras personas con sus palabras. Cuando la Biblia se refiere a “chismes maliciosos” (1 Tim. 3:11), la palabra griega es diabolos, lo que realmente es un nombre usado para Satanás, porque él acusa al hombre delante de Dios. El chisme es la obra del diablo, pero el cuchillo que él usa para cortar a la gente en pedazos ¡se ve muy religioso! Las iglesias pueden ser destruidas cuando la gente construye mentiras uno acerca del otro, malinterpretando motivaciones, o albergando sospechas que comparten como “pedidos de oración.” Los chismosos están siempre listos para soltar una indirecta – acerca de dónde vieron al pastor de jóvenes el pasado fin de semana, acerca del divorcio de la Sra. Jones, acerca de la reputación del Sr. Smith, o acerca de porqué la esposa del pastor no les sonrió el pasado domingo. Ni siquiera pruebes el jugoso bocado que el calumniador trata de servirte; dile que el chisme no está en tu dieta.
3 Crítica de segunda mano. He tratado de permanecer abierto a la crítica, y mis puertas están siempre abiertas si alguien necesita señalar mis defectos. Pero si escucho a través de la vid de la iglesia que, al Sr. Rogers no le gustó mi sermón, o que el Sr. Williams piensa que soy demasiado duro, no le doy más vueltas. Por un lado, puede que el reporte no sea cierto, y por otro, si esa gente quiere criticarme, puede hacerlo directamente conmigo. De lo contrario, no necesito preocuparme acerca de cada comentario que alguien hace acerca de mí. Hace años, el evangelista Steve Hill oró por mí, para que tenga lo que él llamó “piel de cocodrilo,” pues él sabía que sería criticado por las cosas que escribo. Desde entonces, he tratado de dejar de lado las opiniones y comentarios que la gente hace lejos de mí, como si tuviera escamas de reptiles, a prueba de agua. Puedes hacer lo mismo. No pierdas una gota de tu energía emocional preocupándote acerca de lo que la gente piensa acerca de ti; en lugar de eso, preocúpate más por complacer a Dios.
4 Falsas acusaciones. Si estás en el ministerio, es probable que seas atravesado tarde o temprano, por alguien que sienta que es su deber espiritual, destruir tu reputación. Tengo muchos amigos pastores que han tenido que soportar el asesinato de carácter, ya sea por Saúles (líderes inseguros), Absalones (subordinados desleales, o Sabá (críticos rebeldes). Aun así, no siento que sea mi responsabilidad, localizar a cada persona que tengan un bajo concepto de mí. En el caso de David, él confió en Dios para hacer frente a quienes se le oponían. Él no procesó a sus enemigos. No tengas un ego tan frágil que tengas que cazar a aquellos que no te quieren. Toma el camino alto y deja que Dios use aun a tus enemigos para construir tu carácter.
5 Enseñanzas exóticas pero sin fruto. Finalmente, he aprendido que debo hacer oídos sordos a la gran cantidad de charlatanería cristiana popular, que se disfraza de verdad. La gente a menudo me pregunta, “¿Qué piensas de tal profecía acerca de Donald Trump?” o “¿Escuchaste la nueva revelación acerca de los planes de Rusia de invadir Israel?” o “¿Cómo te sientes acerca del regreso de los gigantes de Génesis 6?” Siempre cambio de tema.
No estoy interesado en subirme a la moda espiritual de cualquiera, y no pierdo mi aliento, hablando acerca de especulaciones, conjeturas, revelaciones infundadas o visiones espeluznantes que no tienen base bíblica. Mantengamos lo importante como importante. Si no se trata de llevar el evangelio de Jesús a los perdidos, cierro mis oídos. Si pudiéramos enfocarnos en lo que realmente importa, y desconectarnos de las distracciones, alcanzaríamos el mundo para Cristo, mucho más rápido.Vía: Charisma Magazine