Por: Kathy DeGraw

La rebelión tal como se define en el diccionario Webster, es la oposición a aquel en autoridad. Cuando fuimos rebeldes siendo adolescentes en contra de nuestros padres, nos rebelábamos en contra de su autoridad. Nos rebelábamos porque queríamos hacerlo a nuestra manera.
Pensábamos que sabíamos lo que era mejor para nosotros. Como adolescentes, queremos hacer las cosas a nuestra manera. Pero eso no es tan diferente a como somos hoy.
La rebelión toma el control. La rebelión no quiere que se le diga qué hacer, así como cuando éramos adolescentes. Como adultos, algunos no han sido sanados, y quieren permanecer en el control. En esencia, todavía estamos en los juegos de niños, cuando no hemos recibido la total libertad que Cristo nos ofrece. Debemos ser libres del control y de la rebelión, para caminar en la plenitud de Dios.
En la Biblia dice, “No endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto” (Sal. 95:8). La rebelión causa dureza en el corazón. Cuando eres rebelde, te cierras, apartas y construyes muros de auto protección. Puede que cierres tus sentimientos, y guardes tus problemas muy profundamente, de modo que no tengas que lidiar con ellos. Si no los tratas, entonces, no te permites sentir, y a menudo, para algunas personas, es más fácil no sentir, que lidiar con sus emociones. A la larga, esto no es saludable, y finalmente, te atrapará.
La rebelión está abatiendo tu carne. Nos rebelamos porque queremos lo que queremos. Queremos hacer las cosas a nuestra manera. Pensamos que sabemos lo mejor o no tenemos ganas de hacerlo de cualquier otra forma. A fin de vencer la rebelión, necesitamos decir, “Lo que yo quiero no es importante.” ¡Nuestra carne quiere! ¡Nuestra carne anhela! ¡Nuestra carne desea!
Cada uno de nosotros es una personal espiritual. ¡Nuestra carne morirá y se descompondrá en una tumba! No es importante satisfacer nuestra carne; lo que es importante es que estemos en la perfecta voluntad de nuestro Padre.
La rebelión y el control, son los que sean infiltrado en nuestras iglesias y han causado disensión y división.
Algunas personas son rebeldes desde una temprana edad. Estas personas a menudo, experimentan la rebelión porque, durante toda su vida, han sido controlados y se les ha dicho qué hacer. Actuar en rebelión, es su manera de ganar el control, en lugar de ser controlados. Sin embargo, la gente puede tomar la rebelión y aplicarla en contra de otros cristianos. Debido a que han sido controlados por gente, pueden malinterpretar lo que requiere el liderazgo, y percibirlo como control de parte de los líderes.
La rebelión y el control, son los que se han infiltrado en nuestras iglesias y han causado disensión y división. Con el fin de obtener el control sobre lo que está pasando en nuestras iglesias, necesitamos obtener el control de lo que pasa en nuestras propias vidas. No podemos estar preocupados por la rebelión y control en otra persona, hasta que no estemos preocupados y hayamos arrancado la nuestra.
Deshacerse de la rebelión, se trata realmente de tomar cautivo cada pensamiento y someterlo a la obediencia a Cristo (2 Cor. 10:4-5). Eso significa que cuando llega un pensamiento y quieres actuar de cierta manera, necesitas preguntarte a ti mismo, “¿actuaría Jesús de esta manera?” Necesitas tomar cada pensamiento, cada acción, y cada palabra, en oración. Necesitamos ser radicalmente disciplinados en la oración, y preguntarnos si este comportamiento o acción, se alinea con la Palabra de Dios. ¿Es esto lo que el Padre querría que hagamos? Necesitamos ser persistentes en la oración. Nuestra vida no es nuestra propia, pertenece a aquel que está en el trono. Deberíamos estar en constante sumisión a Él.
Si has sido rebelde, pídele al Espíritu Santo que te muestre dónde, y arrepiéntete.
Pídele al Espíritu Santo que quite la raíz de rebelión, y luego cambie tus patrones de comportamiento.
Aquí, una oración de arrepentimiento:
«Padre celestial, perdóname por ser rebelde. Pido Tu perdón. Ayúdame a ser sumiso. Espíritu Santo, convénceme cuando estoy actuando de manera que no complace a mi Padre. Enséñame e instrúyeme a someterme, obedecer, perseverar, cooperar y actuar de manera que complazca a Dios, en el nombre de Jesús, Amén.”
A medida que avances, usa estos prácticos pasos para ir de una actitud rebelde, a caminar en el amor y la luz de Jesucristo.
- Toma cautivo cada pensamiento.
- Ora por tus acciones y decisiones.
- No actúes en la carne.
- Ata tu mente a la mente de Cristo, y a la Palabra de Dios.
- Piensa antes de actuar o hablar.
- Renuncia a la necesidad de tener el control.
- Humíllate a ti mismo – no permitas que el orgullo asuma el control.
- Sabe que nadie puede rechazarte, porque Dios te acepta.
- Haz un esfuerzo consciente para caminar fuera de la rebelión.
- Teme al Señor.
Vía: Charisma Magazine