Jimmy Evans

Si vamos a tener verdadera intimidad en nuestros matrimonios, tenemos que desarmar los asuntos que la dificultan. Uno de ellos es la ira. La ira puede ser destructiva en un matrimonio.
Lo primero que quiero que sepas es que la ira es inevitable. Es una respuesta normal. Nunca serás tan espiritual como para no enfadarte. Jesús incluso se enojó. Los grandes matrimonios todavía tienen ira.
La ira que se produce hoy en día es manejable. No hay nada malo en ello. Pero la ira de ayer es algo muy peligroso. Efesios 4:26-27 dice: “Enfádate y no peques”: No dejes que el sol se ponga sobre tu ira, ni des lugar al diablo.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
ni deis lugar al diablo.
Efesios 4:26-27 RVR 1960
Lo que ese pasaje significa es que la ira, si no se trata, puede volverse tóxica y destructiva. Puede endurecer los corazones. Tiene que ser resuelta de manera justa. Si no se resuelve, si dejas que el sol se “ponga” sobre ella, entonces se intensifica para la próxima vez.
Dios nunca nos diseñó para ser un depósito de ira. Estamos hechos para que la ira entre por un breve tiempo, y luego se vaya. Para no quedarnos nunca. Por eso la Biblia insiste tanto en el perdón, porque no podemos soportarlo. La falta de perdón y la ira reprimida son corrosivas en todos los niveles.
La ira lleva a todo un sistema de pensamientos – miedo, acusaciones, orgullo – que puede crear una barrera destructiva entre usted y su cónyuge. Cada vez que llega la ira y no la enfrentas, esa pared se hace más alta.
Así que debemos resolver la ira en el matrimonio. ¿Cómo debemos hacerlo?
Primero, debemos elegir el escenario correcto. No lo hagas cerca de los niños. Tus hijos necesitan verte relacionarte y hablar las cosas, pero los asuntos serios deben ser manejados en privado cuando tus emociones están bajo control.
Segundo, empieza cada confrontación con afirmación. Las investigaciones indican que una conversación nunca supera el nivel de los primeros tres minutos. La forma en que empiecen a hablar entre ustedes dicta cómo terminará la conversación. Si empiezan con amenazas, ya han establecido un tono negativo para la conversación.
En su lugar, empiecen diciendo: “Te amo y me alegro de que estemos casados, pero necesito hablar contigo de algo”. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y el Salmo 100:
Exhortación a la gratitud
Salmo de alabanza.
100 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
3 Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones.
Salmos 100 RVR 1960
… dice que entramos en sus cortes con alabanzas, con palabras positivas.
Finalmente, comunica tu queja sin juicios o interpretaciones fijas. Hay una diferencia entre quejarse y criticar. Quejarse es hablar de mí y de mis sentimientos, pero sin interpretarlos, porque no sé lo que hay en tu corazón.
Criticar es un ataque. Soy yo diciéndote cómo te sientes e interpretando tus motivos. Hace que la otra persona se ponga a la defensiva. Las quejas deben ser sobre un tema específico (“Dijiste esto y me hizo sentir estresado”) en vez de uno global (“Nunca haces nada por aquí”).
No te vayas a la cama enfadado. Creen en su matrimonio un patrón de hábito de lidiar con ello todos los días. Cuando traten con un conflicto, háganlo de la manera correcta: respetuosamente, con amabilidad y un corazón tierno.
No podrán evitar la ira, pero pueden evitar sus cualidades destructivas no dejando que se agrave. No dejen que el sol se ponga sobre la ira.