Mark Rutland

Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.
Marcos 9:33-34 Reina-Valera 1960
Es vergonzoso cuando alguien demuestra que puede leer tu mente. La mayoría de nosotros preferiríamos no tener nuestros pensamientos expuestos. No estamos orgullosos de nuestros motivos. No queremos que nuestras intenciones sean difundidas. Los discípulos tenían un problema… Jesús los entendía. Tal como nos entiende a nosotros.
Cada táctica que usamos en las relaciones humanas para evitar la verdad es absolutamente transparente para Dios. El hecho de que Dios nos conozca tan bien no es sorprendente. Después de todo, él es Dios. El hecho de que aún tratemos de hacer nuestra magia en él tampoco es tan sorprendente. Después de todo, somos humanos. Sin embargo, es sorprendente que Dios nos conozca como lo hace y que todavía se acerque para ayudarnos a ser mejores de lo que instintivamente somos.
Los discípulos discutían sobre el liderazgo. Estaban luchando mentalmente sobre quién podría reclamar la cima del montón. Todos estaban listos para subir la escalera hacia la grandeza, y afortunadamente no nos dan los detalles de cuán listos estaban para pisarse unos a otros en el camino hacia arriba. Aparentemente la discusión terminó en un empate.
La pregunta de Jesús los tomó por sorpresa. El tema de la grandeza de repente no se sentía bien. Jesús rompió el silencio tenso con un desafío. Les dio la última medida de liderazgo:
“Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.”
Marcos 9:35 Reina-Valera 1960
Aparentemente el silencio se reanudó. Los discípulos no discutieron con él ni hicieron preguntas. No sabemos cuánto tiempo duró esto, pero Marcos registra que Jesús vio a un niño pequeño en la vecindad y decidió hacer un punto adicional mientras sostenía al niño.
“El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.”
Marcos 9:37 Reina-Valera 1960
¿Están los dos puntos conectados? Tal vez Jesús estaba diciendo, «¿Realmente quieres ser el primero? Entonces empieza por lo pequeño».
A medida que transcurre tu día, piensa en a quién sirves. ¿Qué tan consciente eres de las personas que no están siendo servidas? ¿Puedes ver a aquellos que son pasados por alto? Al final, ¿qué es lo más importante para usted: que le llamen líder o que haga lo que hace un verdadero líder?
Si nuestros pensamientos e intenciones son para servir a Cristo, no tenemos que preocuparnos de que alguien lea nuestras mentes.