Alberto Salcedo P.
Todos hemos tenido dificultad con el tema del perdón. En Génesis 50:15 dice: “Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos “. Ellos pensaban que José los odiaba por la maldad que sus hermanos habían hecho al venderlo, pero no fue así, ya que en Génesis 50:16-19 dice: “Y enviaron a decir a José: Tu padre mando antes de su muerte, diciendo así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos de Dios de tu padre. Y José lloro mientras hablaban, entonces vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?”.
Cuando no perdonas estas tratando de volverte más grande que Dios, ya que Dios es un Dios de perdón. Disfrutas de la gracia porque has sido perdonado, no porque eres perfecto; no estás aquí para levantar el dedo y acusar a cada uno marcando su rumbo; si no que has sido beneficiado con la muerte de Jesús, Él pago nuestros pecados, si crees en eso recibirás su perdón; pero cuando tú y yo no perdonamos, estamos intentando usurpar el trono de Dios.
El único juez en el universo es Dios, no podemos sacarlo de su trono, tomar su lugar y decirle a alguien “no te perdono”. A eso se refiere José cuando dice “acaso estoy yo en lugar de Dios” (Génesis 50:19), sin embargo, luego continua con otra frase agradable, que dice: “Ustedes han pensado cosas malas contra mí, mas Dios las encamino a bien” (Génesis 50:20).
Cuando crees que los actos maliciosos que alguien te hizo; la traición, el robo, el asalto, el engaño, o cualquier otra cosa, marcan tu destino, denota que no confías en Dios. Crees que en tu fuerza puedes conseguir venganza o tomar acción contra todas las injusticias que vives permanentemente y no es así.
Por eso la biblia dice: “Que la justicia del hombre es como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6), entendemos que un trapo sucio es lo que Dios usa para comparar con la justicia del hombre, porque es muy difícil conseguir una justicia al estilo de Dios.
Cuando José perdona a sus hermanos está obedeciendo a Dios; ha visto su favor y como fue usado para que haya abundancia de trigo, no solo en Egipto sino en otros pueblos.
Cuando no crees esta palabra, entonces eres capaz de tomar la justicia por tus manos, es decir que las ofensas que has recibido las vas a cobrar, pero en realidad te haces daño, porque te vuelves esclavo de esa maldad.
La maldad genera consecuencias físicas a través de enfermedades y también consecuencias espirituales; el corazón se llena de amargura.
En hebreos 12:15 dice así: “Mirad bien, no sea alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. Es por eso que la falta de perdón envenena el corazón, cambia el sentido de vida e impide reconocer lo que hay en tu interior.
Creemos en nuestra propia justicia, en tener la razón al tomar venganza porque nos ofendieron y lastimaron; de esta manera replicamos esta actitud en el matrimonio, el noviazgo o una relación personal.
Cuando no perdonas te lastimas, te vuelves un incapacitado emocional y espiritual. Jesús dice que si vas ofrendar ponte en paz con aquellos que te han lastimado (Mateo 5:23-24). Este es un principio importante, el perdón en nuestra nación deber ser primordial, al igual que en tu hogar y en cada área de tu vida.
La falta de perdón es un veneno, sin embargo, el perdón es un agente que purifica. Elimina ese veneno que te causa daño y empieza a creer que, aunque te hayan hecho mal, Dios usa ese mal para darte un bien, porque cuando pasas pruebas de este tipo te edificas, empiezas a mirar de otra manera la vida; sabes que tú también fallaste, ofendiste, y que eres capaz de perdonar y también recibir perdón.
Dios cuando perdona no distingue, el arroja las ofensas como piedras al mar y las olvida. Dios no tiene memoria de esos pecados; así que perdonar a otros es un problema serio que tenemos con Dios, que puede limitar su bendición en nuestras vidas.
Uno de los requisitos de un matrimonio es seguir una ley de pureza de Dios, la pureza de tu corazón, el amar es sacrificial.
En 1 Corintios 13:1-7 menciona: “Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles, pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o címbalo que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada. El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso, ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia”.
Por eso la definición de Dios es igual al amor, su esencia es amor, la Biblia dice “de tal manera amo Dios al mundo que dio a su hijo para salvarlo” (Juan 3:16). El perdón es práctico, la primera cosa para perdonar se llama liberar, soltar, desatar. Cuando decidas perdonar te va a venir el recuerdo de la ofensa acompañado de dolor o furia y vas a vivir de nuevo las limitaciones de no perdonar, debes salir de esa cárcel en la cual te metiste, debes soltar y perdonar.
No toques la herida si duele, sin embargo, recuerda que tú eres capaz de amar con el amor de Dios en ti al que te ofendió. Perdona a tu enemigo, no juzgues para no ser juzgado, perdona y ama a tus enemigos y deja que Dios sea el juez.