Doug Weiss
En este artículo, quiero llevarlo por el carril de los recuerdos hasta cuando usted estaba conquistando a su cónyuge por primera vez.
¿Recuerda usted como pudo organizar todo intencionalmente para ver a su ser amado en el trabajo, en cierto lugar o en un campus? ¿Recuerda usted cómo se familiarizó con su horario para poder optimizar los momentos entre ellos?
¿Recuerda haber hecho una de sus prioridades el recordar cosas que eran importantes, como fechas, personas y eventos específicos? ¿Recuerda haber planeado una cita para su cónyuge con tanto detalle que sabía que se divertirían? ¿Recuerda haber comprado su café, té, chocolate o flor favoritos que usted sabía que les encantaría?
Si está asintiendo con la cabeza sí, sí, sí, sí mientras le hago estas preguntas, usted era un amante. Usted estaba amando intencionalmente a alguien con todos esos detalles en mente.
La palabra clave y una característica fundamental es la intencionalidad. Un amante-cónyuge sano y en forma permanece intencional durante las décadas del matrimonio. Un amante-cónyuge menos que apto se da permiso para olvidar lo que disfruta su cónyuge, qué eventos o lugares son importantes para su amante y, honestamente, se trata más de ellos mismos que de ser un amante de su cónyuge.
Si usted es fuerte en intencionalidad, le resultará muy fácil ser un amante y un cónyuge. En la mayoría de los casos, ya está siendo un buen amante-cónyuge. La intencionalidad es la columna vertebral de ser un amante. Cuando nos comprometemos a ser intencionales, nos comprometemos a un nuevo camino y a un nuevo futuro.
Como cristiano, usted ha escuchado la historia del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) predicada una y otra vez. Sin embargo, nunca he oído a nadie experimentar realmente el poder de la intencionalidad en esta historia.
Continuará
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