¡Dios da esperanza! ¿Y qué si alguien nació más delgado o más fuerte, más claro o más oscuro que tú? ¿Por qué contar diplomas o comparar hojas de vida? ¿Qué importa si tienen un lugar a la cabecera de la mesa? ¡Tú tienes un lugar en la mesa de Dios! Y Él está rebosando tu copa. ¿No nos ha dado nuestro Padre, un fuerte muro de gracia para protegernos? ¿Una salida segura para liberarnos? ¿De quién podríamos tener envidia? ¿Quién tiene más que nosotros?
En lugar de desear lo que otros tienen, ¿No deberíamos preguntarnos si tienen lo que nosotros tenemos? En lugar de estar celosos de ellos, ¿Qué tal si estamos celosos por ellos? ¡Abre tu mente! Hay suficiente para todos. Una cosa es cierta. Cuando las últimas tormentas lleguen, y estés a salvo en la casa de tu Padre, no te arrepentirás de lo que él no te dio. Estarás sorprendido de lo que hizo.
Vía: Max Lucado