Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
— Filipenses 2:1-2
Como ha señalado el autor John Maxwell, hay una diferencia entre ser un líder y ser un gerente. El gerente a menudo señala que la gestión se centra en el mantenimiento de los sistemas y procesos, mientras que el liderazgo consiste en «influir en las personas para que sigan». Una manera de cultivar tal influencia es impresionante en su simplicidad: La influencia implica preocuparse sinceramente por los demás.
Durante mi último año de universidad, había días en los que parecía como si el peso del mundo se hubiera puesto sobre mis hombros. Las clases se programaban en horarios impares, así que tenía que planear reuniones, trabajo y otras diligencias según la oportunidad lo permitiera. Un día, me sentí particularmente frustrado cuando pasé por mi buzón de correo. La mayor parte del tiempo, no había nada dentro. Pero ese día, encontré una tarjeta que contenía algunas líneas alentadoras escritas con tinta azul.
Lo que me sorprendió fue que no tenía nombre. No tenía que hacerlo. La tarjeta había hecho el trabajo que se pretendía hiciera: demostrarme que me cuidaban y apreciaban.
Por supuesto, mostrarle a alguien que te importa puede lograrse de maneras distintas a enviarle una tarjeta a alguien. Una palabra amable puede hacer lo mismo. Si alguien está luchando con un problema (o la vida en general), simplemente sentarse y escuchar puede valer más que cualquier palabra que se le ocurra. Y no olvides la oración, porque «la oración sincera del justo tiene gran poder y produce resultados maravillosos» (Santiago 5:16).
Sin embargo, el incentivo no está reservado sólo para aquellos que conocen a Cristo Jesús. Todas las personas necesitan escuchar palabras positivas, especialmente las palabras que hablan de Alguien que murió por nosotros para que podamos tener vida eterna. Esforcémonos por ser un estímulo para todos con los que estamos en contacto diariamente.
Vía: Charisma Magazine
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