Entonces, ¿cuál es tu historia? ¿Quién ha sido cruel contigo? amargamente cruel. ¿Qué injusticia has sufrido? ¿Cómo has sido maltratado? Tal vez, miserablemente. ¿Quién te ha engañado? ¿Quién ha abusado de ti? ¿Quién te ha maltratado? ¿Quién te ha mentido? ¿Quién ha mentido sobre ti? Tal vez fue la semana pasada. Quizás hace mucho tiempo.
Cuanto recuerdas la injusticia sufrida, ¿cómo afecta tu manera de ver tu futuro? O, déjame ponerlo de otra manera: ¿Qué estás esperando? ¿Esperas desquitarte? ¿Una oportunidad para devolver el daño? ¿Una oportunidad para ejecutar tu venganza? Si es así, no tienes futuro.
Puede que consigas vengarte, devolver el mal, obtener tu revancha, pero estarás encadenado por siempre a la injusticia que te han hecho. Estás en peligro de formar tu identidad alrededor de tu injusticia, de tal modo que por siempre le dará forma a tu futuro. Incluso si consigues vengarte, arrastrarás esa cadena contigo.
Al buscar una oportunidad para ser cruel con la persona que fue cruel contigo, te convertirás en una persona cruel. Y al convertirte en una persona cruel, tu crueldad, con seguridad, no estará limitada a la persona o personas que te han tratado cruelmente. En la búsqueda de la oportunidad para devolver la crueldad con crueldad, esta se convertirá en tu identidad, tu estilo de vida y tu carácter. Trágicamente, harás lo mismo que odias: Infligirás injusticia cruel sobre los demás.
Peor aún, te convertirás en lo mismo que odias. Así es como la maldad se perpetua a sí misma. Así es como el mal va de persona a persona, hasta el mundo entero sucumbe al poder del maligno (vea 1 Juan 5:19). El mal es solo derrotado cuando alguien amortigua el golpe y perdona, y de este modo termina el ciclo de la maldad.
Absorbiendo el golpe sin represalias, a través del ejercicio de la opción del perdón, no es debilidad o aquiescencia con la injusticia; es tomar tu cruz y seguir a Jesús. Es seguir a Jesús al Calvario, y allí terminar con la maldad a través del triunfo del perdón. El perdón no es una debilidad; es el poder de Dios – el poder de Dios para vencer el mal, dejando a un lado la represalia.
Una vez más, necesita ser reformulado. No tienes que olvidar el pasado. El perdón no es amnesia. No tienes que decir que no te equivocaste. El perdón se encuentra en la verdad y no en una mentira. Puedes recordar el error. Puede ser nombrado y ser avergonzado como pecado. No tienes que abandonar la esperanza de justicia. La justicia es una pasión para el Señor. “Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos.” (Salmo 37:28)
Al creer en la pasión de Dios por la justicia, puedes dejar esa justicia en las manos de Dios. El llamado a perdonar no es a olvidar el pasado. El llamado a perdonar no es una forma de auto-engaño. El llamado a perdonar no es un abandono de justicia. El llamado a perdonar es el llamado a parar el ciclo de la venganza. El llamado a perdonar es el llamado a abandonar el juego del diablo. Es el llamado a ya no más colaborar con la muerte.
La actitud de los cristianos debe ser adoptar el llamado de Jesús a una vida de perdón radical, no es seguir la muerte y a todos sus amigos – amigos como la venganza, retribución y represalia. Los amigos de la muerte son las cosas que traen la mayor miseria a nuestro mundo – cosas como la amargura, el odio y la guerra.
A través de adoptar el llamado de Jesús al perdón radical, encontramos una manera de salir del ciclo de la venganza. Encontramos una manera de salir de la vida inútil que no es nada más que una batalla de principio a fin.
Este es el camino de Jesús. Y necesitamos ver que este camino está más allá de “como ir al cielo cuando mueras.” Cuando Jesús dijo que Él era el camino, la verdad, y la vida (vea Juan 14:6), no tan solo estaba diciendo que era el camino a la salvación en un vida después de la muerte, más bien estaba declarando que Su manera de vivir es la verdadera manera que lleva a la vida. La manera de Jesús es siempre el camino del perdón.
Setenta veces siete! Esta es la manera en la que termina la batalla eterna, la que rompe el ciclo de la venganza, y que rechaza seguir a la muerte y todos sus amigos. Esta es la manera que da al futuro una esperanza. El futuro que buscas, el futuro que anhelas, el que te libera de una interminable repetición del pasado doloroso, descansa en tu capacidad de ir más allá del pasado, a través de la práctica liberadora de la fe basada en el perdón. Es el perdón el que crea el futuro en el que quieres vivir.
Vía: Charisma Magazine