Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;
1 Pedro 3:3-5
Suavidad (mansedumbre). Necesitamos acercarnos a orar por otros con una conciencia fresca de que no tenemos las respuestas para ellos, sino que conocemos a Aquel que las tiene. Esto nos aleja de la presunción y de los tópicos. Nuestros movimientos, tanto físicos como verbales, deben ser suaves y no abruptos o duros. Si podemos ayudarles a sentirse cómodos sabiendo que están seguros en nuestra presencia, entonces podrán recibir más fácilmente del Señor.
ORACIÓN
Dame un espíritu de dulzura, querido Padre. Vierte Tu aceite de mansedumbre sobre mi espíritu, y haz que fluya cuidadosa y consistentemente en las vidas de otros a través de un espíritu gentil.
Nuestros movimientos, tanto físicos como verbales, necesitan ser gentiles en lugar de abruptos o duros.