Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.
Salmos 22:1-2
El silencio o la inactividad de Dios en un momento en que deseamos desesperadamente que Dios actúe o hable sirve para revelar la madurez espiritual tanto del pueblo como del profeta. Cada creyente debe pasar por la lucha de aprender a caminar con Dios cuando Él está en silencio. Es una parte ineludible del crecimiento espiritual, y un ministro profético debe entender la estrategia de silencio de Dios. Como alguien que supuestamente habla por Dios, un ministro profético debe entender que Dios no siempre habla, aún en las situaciones más desesperadas. Si no puede comprender esto, inevitablemente fabricará palabras para la gente cuando el propósito específico de Dios es que no diga nada. A pesar de sus esfuerzos bien intencionados para hacer que Dios se vea bien, se convierte en un obstáculo para aquellos a quienes busca ayudar.
ORACIÓN
Enséñame a entender el silencio cuando no puedo oír Tu voz. Que nunca fabrique palabras que hablen por ti. Prefiero no decir nada que convertirme en un escollo para los demás.
Cada creyente debe pasar por la lucha de aprender a caminar con Dios cuando Él está en silencio.