Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; … Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Hechos 2:17, 19-21
Los signos y maravillas de la naturaleza no deben tomarse a la ligera, porque no se dan por razones triviales. No esperes que Dios muestre una señal en los cielos concerniente a qué auto se supone que debes comprar. El fuego cayó del cielo y consumió el sacrificio de Elías, el Mar Rojo se separó, y una estrella llevó a los sabios a Belén. Estos no fueron eventos insignificantes en el progreso del plan y propósito de Dios. El poder de Dios desplegado por las señales y maravillas de la naturaleza en los últimos días no tendrá precedentes porque servirá para confirmar y significar uno de los eventos más grandes de todos los tiempos: la última reunión de almas y la Segunda Venida de Jesucristo. El propósito de la efusión del Espíritu, el aumento del ministerio profético y las señales y maravillas de la naturaleza es despertar a la iglesia al cristianismo apasionado y llevar a la gente a la salvación.
ORACIÓN
Ayúdame a entender Tu obra en estos últimos días, querido Dios. Permíteme recordar siempre que Tu Espíritu está siendo derramado sobre el hombre para despertar a Tu iglesia y llevar a la gente a la salvación.
La magnitud del poder manifestado de Dios es usualmente proporcional al significado de Su propósito.