Sácame de la red que han escondido para mí, Pues tú eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.
Salmos 31:4-5
La «clave» en este versículo puede representar muchas cosas para nosotros, como atolladeros espirituales, físicos, financieros o relacionales. En la experiencia de Jesús, la clave fue que Él llevó el pecado del mundo antes de Su exaltación. Él gritó: «Padre, sácame de la situación imposible, porque tú eres mi fuerza». Él sabía que no podía liberarse a sí mismo porque estaba colgado en el lugar oscuro entre la promesa y el cumplimiento. Su confianza descansaba sólo en su Padre. En nuestros propios tiempos de angustia e injusticia personal, el Señor está buscando que ese mismo grito salga de nuestros corazones. Dios nos llama a este lugar de dependencia. Él nos está llamando a depender de Él con toda esperanza de avance, toda necesidad de provisión, todo sueño de éxito. Debemos entregar nuestros deseos más profundos a la custodia de Dios. Somos totalmente incapaces de cumplir nuestras promesas proféticas. Sólo Él puede cambiar los tiempos y las estaciones y traer el avance que anhelamos.
ORACIÓN
Padre, la confianza de Tu Hijo al enfrentar la muerte no se basaba en las circunstancias o en la gente: Su confianza descansaba sólo en Ti. Llámame a este lugar de total dependencia de Ti; enséñame a entregarme completamente a Ti.
Amados, en nuestras difíciles estaciones de la vida, debemos comprometernos con nuestras pasiones más profundas y proféticas promesas a Dios.