El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados.
Isaías 60:19-20
Un día contemplaremos a nuestro Dios Esposo durante miles de millones de años. Esta descripción y cualquier otra, parecerá lamentable en su intento de transmitir la realidad de Él, pero debemos entender tan bien como podamos que nuestro Esposo posee una belleza que trasciende cualquier otra en el reino creado. Él está muy por encima de toda otra magnificencia y placer. Su infinito esplendor resplandece de su ternura, alegría y deseo por nosotros. (De hecho, es imposible entender Su belleza sin primero entender Su ternura, alegría, y deseo, porque Su belleza irradia de ellos). Cuando lo encontramos a través de las Escrituras y por Su revelación en nuestros espíritus, Su belleza fascina y cautiva nuestros corazones. Él nos impresiona y nos impresiona con magnificencia.
ORACIÓN
Padre, mil millones de años parecerán nada cuando me pare ante Ti y mire en Tu esplendor sin fin. Enséñame acerca de Tu ternura, alegría y deseo para que pueda comprender plenamente Tu belleza.
Confiar en el amor de Dios por ti es necesario para ver la belleza de Dios.