Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Juan 14:23-24
Jesús equiparó la obediencia con el amor. No nos engañemos: es muy importante obedecer a Dios. David era tenaz, decidido, y sinceramente dedicado a seguir duramente los mandamientos de Dios. Este deseo cinceló y formó su corazón durante muchos años. Pero estaba lejos de ser un modelo de obediencia. A menudo había una brecha enorme entre su sincera resolución y sus acciones. En otras palabras, lo soplaba de vez en cuando, a veces en pedacitos. Sin embargo, seguía siendo un hombre según el corazón de Dios. ¡Eso debería agitar un poco tu corazón! ¿Qué nos dice esto? Que hay más en ser una persona según el corazón de Dios que obedecer. También está la postura de tu corazón ante Dios. Dios contó las intenciones sinceras del corazón de David aun cuando su gran debilidad lo llevó a tomar decisiones equivocadas. Dios nos ve de la misma manera. Nuestras intenciones sinceras de obedecer son muy significativas para Dios. Él nota nuestros deseos, no sólo nuestras acciones externas.
ORACIÓN
Padre, escudriña mi corazón y muéstrame por dónde no he caminado en obediencia a Tu voluntad. Guarda mi corazón puro delante de Ti, y ayúdame a caminar en una obediencia cada vez mayor a Tus planes y propósitos.
Una sincera determinación de amar a Jesús aun en la en medio de tu debilidad es una gran parte de ser un hombre o mujer según el corazón de Dios.