Me deleito grandemente en el Señor; mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con vestiduras de salvación y me vistió con un manto de justicia, como un novio adorna su cabeza como un sacerdote, y como una novia se adorna con sus joyas.
-Isaías 61:10
Un Dios Novio es un Dios que tiene un deseo y un deleite indescriptibles en los seres humanos. Él es un Dios en quien nos sentimos queridos, disfrutados, queridos, perseguidos y deleitados. Tanto el Padre como el Esposo nos desean. El Espíritu Santo, por otro lado, media esta revelación e imparte amor a nuestros corazones para que podamos responder de todo corazón al Padre como hijos y al Hijo de Dios como una novia. Ya sea que nuestros corazones se centren en el Dios Padre o en el Dios del Novio, experimentamos un deseo ardiente. Algo profundo sucede en nosotros cuando incluso en nuestra debilidad y quebrantamiento nos sentimos queridos, anhelados y regocijados. Nuestra respuesta es abandonar nuestros corazones a Dios. Cuando lo vemos a Él como nuestro Esposo, se satisface nuestra necesidad de sentirnos disfrutados por Dios. Nuestras vidas y personalidades cambian por completo al darnos cuenta de que Dios no solo nos quiere y nos disfruta en el cielo, sino que también nos disfruta mientras estamos aquí en la tierra.
ORACIÓN
Qué incomprensible es que Tu amor me haga sentir amada, disfrutada, deseada, perseguida y encantada. Tu amor me hace devolverle mi corazón y vivir mi vida solo para traerte placer.
Algo resuena en nosotros cuando sentimos el ardiente deseo del corazón de Dios