Cuando terminaron de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿realmente me amas más que estos?» «Sí, Señor», dijo, «sabes que te amo». Jesús dijo: «Apacienta mis corderos». Una vez más, Jesús dijo: «Simón, hijo de Juan, ¿realmente me amas?» Él respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te amo». Jesús dijo: «Cuida a mis ovejas». La tercera vez le dijo: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro estaba herido porque Jesús le preguntó por tercera vez: «¿Me amas?» Él dijo: «Señor, tú sabes todas las cosas, sabes que te amo». Jesús dijo: «Apacienta mis ovejas».
-Juan 21: 15-18
Muy a menudo, cuando caemos y nos quedamos cortos, queremos excluir la gracia de Dios. Nuestros corazones están cerrados con vergüenza. Nunca nos atreveríamos a imaginar que el Dios que conoce todas las cosas en realidad sabe que somos genuinos amantes de Jesús. En cambio, nos enfocamos tanto en nuestro tropiezo que somos arrastrados por la desesperación, perdiendo de vista el hecho de que somos amantes de Dios y somos amados por Dios. Pero cuando lo hacemos, estamos poniendo nuestra confianza en algo que no sea el amor ardiente de Jesús y la obra terminada de la Cruz. Si fijamos nuestros ojos y corazones en la obra terminada que se realizó en su muerte, el Señor vendrá a nosotros y nos hará confesar la verdad de quiénes somos ante él.
ORACIÓN
Jesús, quiero ser un verdadero amante de ti. Ayúdame a poner mis ojos y mi corazón en Tu trabajo terminado en el Calvario. Déjame entrar en la realización de tu gran amor sacrificial por mí.
El Señor regresó en poder resucitado, miró en la cara de Pedro, y le dio una nueva definición audaz: «Eres amado y eres un amante».
totosalcedo.com 