Y Dios nos resucitó con Cristo y nos sentó con él en los ámbitos celestiales en Cristo Jesús, para que en los siglos venideros pueda mostrar las incomparables riquezas de su gracia, expresadas en su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús.
-Efesios 2: 6-7
¿Alguna vez te imaginas parado en la sala del trono del cielo mientras adoras e intercedes? Imagina un poderoso trono, inmerso en llamas, de pie en el cielo. Imagina a una persona indescriptiblemente gloriosa con pelo y vestiduras blancas como la nieve, sentado en ese trono. Imagina veinticuatro tronos menores que rodean los grandes tronos a la derecha y a la izquierda y veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con coronas de oro sentados en esos tronos. Escucha el poderoso rugido de alabanza que asciende de la miríada de miríadas de ángeles a cada lado del trono. Jesús está allí a la diestra de Su Padre. Su hermosura y su esplendor están más allá de toda descripción. Él te está dando la bienvenida al trono de la gracia, sonriéndote y pidiéndote que vengas. Cuando lleguemos allí, día tras día, año tras año, nuestras vidas espirituales seguramente se enriquecerán. Nuestros espíritus se fortalecerán y nuestras mentes serán renovadas.
ORACIÓN
Señor, la idea de estar contigo ante el trono del Padre es más de lo que puedo comprender. Sin embargo, me das la bienvenida al trono de la gracia y renuevas mi ser mientras permanezco en ese lugar santo.
En el transcurso del tiempo, somos cambiados -transformado-de gloria en gloria