La Escritura dice, “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). Tu batalla, tu batalla real, es contra tu archienemigo, el Diablo. Él ha sostenido esta fortaleza en tu vida por años. Has tratado todo para vencerla, disciplina; libros de autoayuda; gurús de la cultura popular; pero nada ayuda.
Pero ahora vienes en el poder de Dios con Él al centro, y Jesús en tu corazón. Vienes, no con la esperanza de una posible victoria, sino con la certeza la victoria completa. Canta canciones de redención y declara escrituras de triunfo. “Él no está aquí; pues ha resucitado” (Mateo 28:6). “Somos más que vencedores en Cristo” (Romanos 8:37). “Todo lo puedo en Cristo” (Filipenses 4:13). Al hacerlo, los demonios comenzarán a dispersarse. No tienen elección, sino huir. El Diablo no puede permanecer donde Dios es alabado y exaltado. Clama a Dios ¡y deja al Diablo sin elección!
Vía: Max Lucado