Todo el mundo recibe un regalo. Y viene en diferentes dosis y combinaciones. “A cada uno de nosotros,” dice la Escritura, “le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7). Nuestra herencia está basada en igual gracia. Pero nuestras tareas están hechas a medida. No hay dos copos de nieve iguales. No hay dos huellas dactilares iguales. Entonces, ¿por qué habría dos conjuntos de habilidades iguales? No es de extrañar que Pablo diga “asegúrense de entender lo que el Maestro quiere” (Efesios 5:17).
¿Entiendes lo que el Maestro quiere? ¿Sabes lo que te hace ser tú? ¿Has identificado las características que te distinguen de todos los demás humanos que han inhalado oxígeno? Tienes un “área” para desarrollar, mucho en la vida. La Escritura nos recuerda, “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro” (Gálatas 6:4). ¡Sé tú!
Vía: Max Lucado