Declararé el decreto: El Señor me ha dicho: «Tú eres mi Hijo; hoy te he engendrado. Pídeme, y te daré las naciones por tu heredad, y los confines de la tierra por tu posesión. Los romperás con vara de hierro, los harás pedazos como un vaso de alfarero».
– Salmos 2: 7-9
En este decreto vemos que la Biblia no trata solo sobre los planes y la provisión de Dios para la humanidad. También se trata de los planes y la provisión de Dios para su Hijo. Tenemos una herencia en la que nuestro deleite y satisfacción son fundamentales. Dios tiene una herencia en la cual Su deleite es fundamental. Debemos comprometernos a deleitarnos y deleitar a Dios. La herencia para nosotros, el pueblo de Dios, es la capacidad de experimentar tanto las bendiciones como el amor de un Dios apasionado. La herencia de Dios es un pueblo apasionado.
ORACIÓN
Padre, esta es una nación que fue fundada en Tus propósitos y planes. Nuestra herencia es una cobertura de justicia. Destruye el intento del diablo de arrebatar esa herencia, y levanta un ejército de creyentes para restaurar la pureza de esta nación.
El Padre experimentará solo Su herencia a medida que nos volvamos radicalmente comprometidos con él.