Un tropiezo no define o quiebra a una persona. Aunque fallaste, el amor de Dios no. Enfrenta tus fracasos con fe en la bondad de Dios.
Él vio venir este colapso. Dios podía ver los contratiempos llegando. Sin embargo, él dice lo que le dijo a Josué. “Levántate… tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy” (Josué 1:2). No hay condición en ese pacto. No hay letra pequeña. No hay lenguaje actuado. La promesa de la tierra de Dios, no depende de tu perfección. Depende de la de Él.
En las manos de Dios, ninguna derrota es una derrota aplastante. La Escritura dice “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano” (Salmo 37:23-24). ¡Pon tu fe en Aquel que es siempre fiel!
Vía: Max Lucado