No tengas miedo de lo que estás a punto de sufrir. El diablo arrojará a algunos de ustedes a la prisión para ser probados. Sufrirás por diez días. Pero si te mantienes fiel aun frente a la muerte, te daré la corona de la vida.
– Apocalipsis 2:10
La fidelidad no es una palabra que escuchamos a menudo en estos días. A veces lo escuchamos en las fiestas de jubilación: «Después de veinticinco años de servicio fiel, te damos este reloj de oro». O lo usamos para describir a nuestro perro: «Mi perro puede ser viejo y feo, pero es fiel». La palabra se emplea para describir el géiser más famoso de América, Old Faithful, en el Parque Nacional Yellowstone. Old Faithful no es el géiser más grande de América. Y no es el géiser más poderoso de América. ¡Lo que lo hace famoso es su fidelidad! Es como un reloj. Confiable. La gente aprecia la constancia, incluso en un géiser.
No es fácil encontrar a alguien con quien se pueda contar. Uno que será fiel hasta el final. Uno que es confiable a través de grosor y delgadez. El hecho es que no todos los voluntarios realmente lo hacen. No todos los que dicen que realizarán una tarea realmente la hacen. No se puede contar con todos los que hacen un compromiso.
La fidelidad no es solo un deber religioso que empleamos los domingos o cuando se supone que somos cristianos. Cuando nos cansamos de nuestros roles y responsabilidades, es útil recordar que Dios nos ha plantado en un lugar determinado y nos ha dicho que debemos ser un contador confiable, un maestro, un padre o un ingeniero. Cristo espera que seamos fieles donde él nos pone.
En el siglo XI, el rey Enrique III de Baviera se cansó de la vida en la corte y de las presiones de ser un monarca. Hizo una solicitud al Prior Richard en un monasterio local, pidiendo ser aceptado como contemplativo y pasar el resto de su vida en el monasterio.
«Su Majestad», dijo el Prior Richard, «¿Comprende que el compromiso aquí es de obediencia? Eso será difícil porque ha sido un rey».
«Lo entiendo», dijo Henry. «El resto de mi vida seré obediente a ti, como Cristo te guía».
«Entonces te diré qué hacer», dijo Prior Richard. «Vuelve a tu trono y sirve fielmente en el lugar donde Dios te ha puesto». (Steve Brown, Key Biscayne, Florida)
No es un mal consejo. Ve y haz lo mismo fielmente.
Vía: Revista Ministry Today