A los líderes religiosos les encantaba hacer todo un drama de sus oraciones. El espectáculo le provocaba náuseas a Jesús. En Mateo 6:6 Él dijo, “Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.”
Las palabras seguramente dejó aturdida a la audiencia de Jesús. El pueblo consistía de simples granjeros y canteros. No podían entrar en el templo. Pero podían entrar en sus armarios. ¿El punto? Él no se fija en lujos, es completamente accesible. ¡No necesitas seducirlo con la ubicación! O con tu elocuencia. Es el poder de una simple oración.
Vía: Max Lucado