Es la más pequeña de todas las semillas, pero se convierte en la más grande de las plantas de jardín; crece en un árbol, y los pájaros vienen y hacen nidos en sus ramas.
– Mateo 13:32
Hay fuerza en la pequeñez. Solo se necesita una chispa para encender un fuego. Un pequeño timón dirige un gran bote. Una idea puede impulsar a un individuo a cambiar el mundo. Y la fe, independientemente de su tamaño, puede transformar una crisis desesperada en un evento lleno de esperanza.
La parábola de Jesús sobre un grano de mostaza es una parábola sobre la pequeñez que afecta la grandeza. La semilla de mostaza era conocida por su pequeñez. De hecho, el término era proverbial por pequeñez. La planta de mostaza era una hierba. Hubo una variedad particular de planta de mostaza en Palestina en la época de Jesús que creció rápidamente de una semilla diminuta a un arbusto y luego a un árbol. Las semillas de mostaza eran tan pequeñas, que el ojo humano apenas podía verlas. Sin embargo, el resultado fue un crecimiento fuertemente ramificado en el que las aves no solo podían posarse sino también construir nidos.
¿Cuántas veces has dicho cuándo sentiste el deseo de rendirte? «¿Ojalá tuviera más fe?» O, ¿cómo respondes cuando pasas por una situación difícil y alguien dice: «¿Necesitas más fe?»
De acuerdo con esta parábola, no se necesita más fe. El problema no es el tamaño de tu fe, sino el objeto de tu fe. La fe necesita ser dirigida hacia Dios. Incluso la menor cantidad de fe puede llevarte a un final fuerte.
En 1972, la NASA lanzó la sonda espacial exploratoria Pioneer 10. La misión principal del satélite era llegar a Júpiter y completar una vida útil de tres años. Sorprendentemente, en 1997, veinticinco años después de su lanzamiento y a más de seis mil millones de millas del sol, Pioneer 10 todavía enviaba señales de radio a los científicos de la Tierra desde un transmisor de 8 vatios, que irradia casi tanta energía como un dormitorio Luz de noche.
La semilla de la fe plantada dentro de nosotros es como ese pequeño transmisor de 8 vatios. Podemos seguir y seguir y seguir. Dios nos ha implantado toda la fe que necesitamos. Mientras mantengamos nuestro corazón enfocado en él, Dios puede trabajar.
Vía: Revista Ministry Today