Respondeme, Señor, por la bondad de tu amor; En tu gran misericordia vuelve a mí. No escondas tu rostro de tu siervo; Contéstame rápidamente, porque estoy en problemas. Acércate y rescátame; líbrame de mis enemigos.
– Salmo 69: 16-18
Una de las cosas más difíciles de tratar como un ministro profético es ver cara a cara a personas en gran necesidad y que Dios permanezca callado. Esta situación incómoda, que inevitablemente surgirá, presenta una verdadera prueba de carácter y madurez para la persona profética. Las presiones de las expectativas y suposiciones de la gente empujan a muchos ministros proféticos en aguas peligrosas que eventualmente pueden naufragar su integridad así como su ministerio. A pesar de la presión de las expectativas de la gente o de su propio deseo de ayudar a una persona necesitada, un ministro profético debe disciplinarse para permanecer en silencio cuando Dios está en silencio. Fabricar una palabra en su propia mente, ya sea por compasión o por la presión de nuestra credibilidad ministerial, puede trabajar directamente contra el propósito de Dios en la vida de una iglesia o un individuo. Una falta de integridad nunca construye la fe de la gente a largo plazo, aunque la gente pueda excitarse por el momento por una palabra profética hecha por el hombre.
ORACIÓN
Padre, que nunca diga una palabra hasta que me llenes la boca y disciplines mi espíritu . Enséñame la integridad de mantener mi boca cerrada cuando está llena de mis palabras solamente.
La gran tentación es dar una palabra que usted no tiene, para liberar la presión del momento.