Max Lucado
George Matheson era un adolescente cuando los médicos le dijeron que quedaría ciego. Se graduó de la Universidad de Glasgow en 1861. Cuando terminó sus estudios de posgrado en el seminario, se quedó sin vista. Su novia le devolvió el anillo con una nota. No puedo ver claridad en mi camino para atravesar la vida atada a un matrimonio con un hombre ciego.
Matheson se adaptó a su mundo sin visión, pero nunca renunció a recuperarse de su herido corazón. Se convirtió en un poderoso y poético pastor, llevando una vida plena e inspiradora, volviéndose al amor inagotable de Dios para su consuelo. Y escribió estas palabras:
“Oh amor que no me dejas, descanso mi alma en Ti;
Te entrego la vida que te debo, que en tus profundidades oceánicas fluye con plena riqueza.”
El amor de la gente puede ir y venir, pero el amor de Dios, nunca te dejará.
Vía: Max Lucado