Michael Brown
Sin duda, hemos herido nuestro testimonio hacia el mundo, con nuestra hipocresía, socavando con ello, nuestra autoridad moral y espiritual. ¿Por qué la gente debería escucharnos si predicamos una cosa, y hacemos otra? ¿Cómo podemos exponer el pecado en la sociedad, cuando estamos practicándolo en la iglesia? ¿Sobre qué bases, podemos hablar en contra del “matrimonio” gay, cuando nosotros permitimos que nuestros propios matrimonios se vayan a la ruina?
La avalancha de escándalos en la iglesia evangélica, tanto sexuales como financieros, nos han hecho un hazmerreír, hasta el punto en que muchos simplemente asumen que, mientras más famoso sea el predicador en la TV, o el pastor, ciertamente, más se está enriqueciendo del evangelio, sin mencionar probablemente algunos secretos pecados sexuales. (Por supuesto, la vasta mayoría de pastores evangélicos y líderes, no son ricos, ni famosos, ni culpables de pecados secretos sexuales, pero hay suficientes manzanas podridas para hacer que todas las demás manzanas sean objeto de sospechas).
No podemos culpar al mundo por no tomarnos en serio, cuando muchos de nosotros, no tenemos en orden nuestra propia casa, y podemos solo señalarnos con el dedo a nosotros mismos y decir, “aunque damos gracias a Dios por las multitudes de hombres y mujeres que sirven al Señor fielmente (e incluso sacrificadamente), hemos sido plagados de hipocresía y escándalos, y necesitamos liderar el camino al arrepentimiento, y pedir perdón, tanto a Dios como a la gente.”
Es por eso que he dicho por años, que los divorcios heterosexuales en la iglesia, no han hecho más que socavar el matrimonio, más que todos los activistas homosexuales juntos, y es por eso que a favor de cualquier movimiento espiritual que nos lleve a reconocer, confesar, y abandonar nuestros pecados, por la gracia de Dios, y el poder de la sangre de Jesús.
El arrepentimiento no culpa a nadie más y no tiene excusas. En lugar de eso, toma toda la responsabilidad, recibiendo misericordia y restauración del Padre.
Interesantemente, la indignación del mundo en contra de nuestra hipocresía, sugiere que el mundo realmente espera que seamos diferentes, como seguidores de Jesús, lo que significa que la gente espera que vivamos vidas santas, que cuidemos del pobre y necesitado, que tengamos un diferente conjunto de valores.
Y así, mientras la gente del mundo puede odiarnos por aquellos mismos valores, esperan que los vivamos.
Lo que la gente no se da cuenta, sin embargo, es que la respuesta correcta a la hipocresía, no es sancionar los pecados del mundo o bajar los estándares de la iglesia. La respuesta es cambiar nuestros caminos, poner fin a nuestra hipocresía, restablecer nuestros estándares más altos y luego, llamar a la sociedad en su conjunto, a arrepentirse.
En otras palabras, la respuesta correcta a la hipocresía no es decir, “Ya que hemos tenido una plaga de pornografía en la iglesia, abandonaremos nuestra lucha contra la cultura,” o “Ya que hemos tenido tantos divorcios escandalosos, abandonaremos nuestra oposición al ‘matrimonio’ del mismo sexo.”
¿Por qué en el mundo hacemos eso? ¿Por qué sancionaríamos el pecado de nuestro prójimo, siendo nosotros también culpables?
La respuesta correcta es arrepentirnos de nuestro propio pecado y luego llamar al arrepentimiento a nuestro prójimo, del suyo.
La respuesta correcta es decir, “De aquí en adelante, me arrepiento de mis malos caminos, y te insto a ti a que lo hagas.”
De alguna manera, la gente piensa que, como hemos sido hipócritas a veces, entonces la solución es abandonar toda posición hacia los comportamientos pecaminosos. Pero eso no tiene sentido.
Si estoy involucrado en el comportamiento destructivo del alcoholismo, pero estoy alentándote a romper tu adicción a las drogas, la respuesta correcta a mi hipocresía no es decir, “Estoy bien, y tú estás bien.” Al contrario, la respuesta correcta es, para mí, conseguir ayuda por mi alcoholismo, y continuar alentándote a conseguir ayuda para tu adicción a las drogas.
¿Podrías imaginar a un doctor diciendo al paciente, “lamentamos decir esto, pero, mientras estábamos tratándote por tu cáncer, hemos pasado por alto tu seria condición cardiaca, por lo que, para actuar correctamente, dejaremos de tratar tu cáncer?”
Por supuesto que no. De la misma manera, no dejamos de exponer el pecado del mundo (o peor aún, pasar por alto, o incluso peor, celebrarlo) porque hemos tenido pecado en la iglesia.
En lugar de eso, ordenemos nuestra casa, de modo que podamos ayudar al mundo a ordenar la suya. (Obviamente, la mejor manera en la que podemos ayudar a la gente a enderezar sus vida, es señalando a Jesús, y estableciendo ejemplos.)
Afortunadamente, hay millones de creyentes sinceros que han estado viviendo vidas consistentes y brillando su luz en la oscuridad, y deberían seguir brillando claramente, sin vergüenza o vacilación.
Pero donde hemos sido hipócritas, reconozcamos, renunciemos y redoblemos esfuerzos para permanecer en lo que es correcto a los ojos de Dios. Tanto en la iglesia como en la sociedad.
Vía: Charisma News