Max Lucado
Robert tenía parálisis cerebral. La enfermedad le impedía andar en bicicleta, o ir a dar un paseo. Pero no le impidió graduarse de la escuela, o asistir a la universidad. Tener parálisis cerebral, no le impidió enseñar en la universidad Junior, ni aventurarse al extranjero, en cinco viajes misioneros. Y la enfermedad de Robert, no le impidió convertirse en misionero en Portugal.
Se trasladó a Lisboa, solo. Alquiló una habitación, encontró al propietario de un restaurante que le daba de comer, y un tutor que le instruyó con el idioma. Y diariamente, en el parque, repartía folletos acerca de Cristo. En seis años, llevó a setenta personas al Señor. Escuché a Robert hablar. Él podía haber inspirado lástima. Hizo todo lo contrario. Con una Biblia en su regazo, levantó su mano y dijo, “Tengo todo lo que necesito para gozarme.” Nosotros también.
Vía: Max Lucado