«Naamán se enfureció, y se fue diciendo: Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra.”
2 Reyes 5:11
Naamán se había ganado el amor y respeto de su rey. Sin embargo, con toda su fortaleza y poder, Naamán sufría una terrible enfermedad de lepra. Cuando su rey supo de un profeta hebreo llamado Eliseo, quien podía ayudarlo, envió a Naamán con grandes expectativas.
Pero en lugar de una reunión impactante con el profeta, Naamán recibió instrucciones de un mensajero de lavarse siete veces en el Río Jordán. Esto enfureció a Naamán quien airadamente rehusó seguir la prescripción. Luchó con el orgullo, la expectativa equivocada, y la falta de flexibilidad – así como muchos líderes de hoy.
Sin embargo, como poderoso líder, Naamán se había rodeado de personas que podían hablarle y estar en desacuerdo con él, y su círculo más cercano proporcionó un buen consejo. Naamán cambió de parecer, siguiendo las directrices del profeta, y fue sanado. Los líderes que permanecen enseñables, reciben bendiciones.
Extractado de “La Biblia del Liderazgo” de John Maxwell.