Por Sandra Clifton
Vivimos en Colorado, donde los cielos parecen cambiar cada dos minutos. Un día, mi esposo, Terry, y yo estábamos haciendo nuestras diligencias. Terry estaba manejando con sus ojos centrados en el pesado tráfico, y yo viajaba con mis ojos en el expansivo cielo. Una nube sobre nosotros se formaba en una forma inusual. ¡Wow! Exclamé.
Terry escuchó mi grito y reaccionó, frenando repentinamente. A través de mi espejo retrovisor, vi una fila de coches que reaccionaban a nuestra acción, con chirriantes frenos repentinos.
“¡Oh Dios!”
“No me digas,” Terry musitó levemente una sonrisa, notando la falsa alarma “estabas en una de tus misiones de tía Nellie.”
Mi tía Nellie de 80 y algo años, se estaba recuperando de una cirugía, después de una caída. Sus días de recuperación se las pasaba leyendo y observando las nubes a través de su ventana. Cuando la llamaba para orar por ella cada semana, me contaba sobre las formas que había descubierto en las nubes. La noche anterior, ella me había dicho, “Mi querida Sandra, adivina qué nube vi hoy. ¡Un hipopótamo bailarín!”
Nellie siempre terminaba nuestra llamada telefónica semanal, desafiándome a que yo pudiera ver una nube diferente. Mi descubrimiento en el auto – dos delfines saltando y nadando a través de los cielos – seguramente haría sonreír a mi tía.
Cuando el rostro de Terry recuperó su color, retomó su conducción a salvo, y yo reanudó mi observación al delfín – solo para descubrir una ominosa nube creciendo más oscura y grande. En frente de la nube furiosa, había dos nubes más pequeñas, meros restos de mis delfines. En ese momento, mi imaginación estaba en plena aceleración, ya que mis pequeñas nubes parecían transformarse en piernas, corriendo para evitar ser tragadas vivas. Bien, Sandra, pensé, estas definitivamente proyectándote a ti y a Terry en los pasados meses, sobre esas pequeñas nubes. Así que firmemente declaré en voz alta: “Ahora ¡deja de hacer eso!”
Antes que Terry pudiera frenar de golpe una vez más, rápidamente compartí con él el panorama sombrío en el cielo, y cómo mi escenario de nubes me había recordado algunos de los retos financieros que tuvimos que enfrentar en los últimos meses. Por supuesto, sabíamos que no éramos las únicas personas enfrentando desafíos económicos. Las noticias en la televisión y el periódico hacían difícil escapar del tema.
Mientras nos dirigíamos en el sombrío – y debo admitir, tenso – silencio, un rayo de luz atravesó las nubes, inundando nuestro auto con calor vibrante. En ese momento, escuché de algún lugar alrededor, una apacible voz del Señor: “Estén en paz, el Hijo siempre ha estado aquí, incluso en los más oscuros momentos.”
Me tranquilicé repentinamente, por el poder del Dios Todopoderoso – por siempre fiel (lee Hebreos 10:23; 1 Corintios. 1:9; 1 Juan 1:9), reinando por encima de toda Su creación (lee Colosenses 2:10), con Cristo, nuestra esperanza de gloria (lee Colosenses 1:27; 1 Timoteo 1:1), dándonos siempre resultados victoriosos y la vida abundante, a pesar de que el enemigo amenace con robar, matar o destruir (lee Juan 10:10). Si tú o alguien que conoces, se siente abrumado por las presiones financieras, te invito y desafío a que vayas al poder de la Palabra de Dios y Su camino – para verdadera y duradera paz y fortaleza para tu día.
“Camina por fe, no por vista” (lee 2 Corintios 5:7). Vuélvete a tu gran Señor, amoroso y fiel. Después de todo, Su corazón sabe de la carga sobre tus hombros. Si te vuelves a Él, Su mano tomará tu carga y la llevará por ti.
Vía: Power Up
totosalcedo.com 