Fuente: Blog Carlos D. Mesa Gisbert
La primera obligación de un Estado democrático es garantizar la vida de sus ciudadanos. Valor sagrado, derecho humano fundamental, objetivo superior que todo lo justifica.
El 17 de octubre de 2003 llegué a la presidencia del país apoyado en una frase: “No estoy dispuesto a matar”, consciente de que debía terminar un enfrentamiento que había quebrado el vínculo entre el poder constituido y la base de la sociedad.
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