Mujer Joven Tatuada

Marcos Witt

Como «Papás» del Reino, tenemos que ser más como Dios, ver el corazón y no lo exterior.

¿Por qué esta generación de jóvenes tiene tantos tatua­jes? ¿Por qué se han decidido poner aretes en tantos lugares de su cuerpo? ¿Por qué su vestuario insiste en mostrar al mundo entero la marca de ropa interior que portan? Cada generación se hace preguntas similares a éstas. Cuando era joven, mis papás y abuelos se preguntaban por qué queríamos usar el cabello tan largo, siendo hombres. Me cuestionaban el uso de unos pantalones acampanados y los zapatos de plataforma. Años después, cuando miro las fotos de mi forma de vestir y peinar, con vergüenza me uno a la pregunta de mis papás: «¿Por qué?». Ahora me da risa.

Miriam y yo tenemos una nueva generación de hijos vivien­do con nosotros. Ya no tenemos niños. Conforme crecen, van tomando sus propios criterios de las cosas y desarrollando su individualidad. Cada uno va formando sus ideas, propuestas, gustos, sueños, deseos, amigos y apetitos. Algunos aspectos de ese desa­rrollo nos tiene a Miriam y a mí preguntando «¿por qué?» varias veces al día. Nunca imaginé parecerme tanto a mi papá.

Mi generación tiene que hacer la paz con el hecho de que la generación de nuestros hijos hará las cosas diferentes a nosotros. Es una realidad difícil de aceptar por varias razones: 1) Hemos luchado mucho para que aceptaran nuestra manera de pensar; 2) Tenemos muchos años con nuestra manera de pensar, y ya es parte integral de nuestra manera de vivir; y 3) Como nos ha dado buenos resultados, pensamos que es la mejor manera de vivir para todos.

Estas son sólo algunas de las razones por la que cada generación lucha con la nueva. La realidad es que cada generación busca su propia expresión. Como miembro de la generación «cuarentona», tengo el privilegio de hacer lo que está dentro de mi poder para abrirles las puertas y pavimentarles el camino a la generación de mis hijos. Eso es ser un buen «papá”.

Obviamente, se peinarán y vestirán diferentes, se expresarán de otra manera y quizá usen un vocabulario distinto al de mi juventud, pero así debería ser. Si todo quedase igual, ¡qué lugar más aburrido sería la tierra! Al final de cuentas, lo que más me preocupa de mis hijos, tanto naturales como espiritua­les, no es su apariencia exterior, sino la condición de su corazón.

Cuando Samuel llegó a la casa de Isaí para ungir a un nuevo rey, a David ni siquiera lo invitaron porque no tenía la «apariencia» que los familiares pensaron que un rey debería tener. Después de ver a todos sus hijos, Samuel le tuvo que preguntar a Isaí si tendría un hijo más que no había visto. Es cuando, finalmente, llaman a David, este joven «distinto» que resultó ser el ungido del Señor. En esa ocasión, Samuel tuvo que enseñarles a todos los presentes que Dios no mira lo que el hombre mira, o sea el exterior, sino que Dios mira el corazón (ver 1 S. 16:7).

Como «Papás» del Reino, tenemos que ser más como Dios, ver el corazón y no lo exterior. Probablemente cerca de usted se encuentra un muchacho que se viste o se peina raro, pero quizá pueda ser el ungido del Señor para su ciudad y nación. Tengamos la madurez espiritual de no juzgar a las personas por como se ven exteriormente. Como buenos papás, asegurémonos que el estado de su corazón es saludable.

Además, un buen papá enseña a sus hijos a honrar a los que han ido antes de nosotros. Es nuestro rol enseñarles que su expresión no debería convertirse en un factor de deshonra a las anteriores generaciones. Al honrar nuestro pasado, podemos entender mejor nuestro presente para saber hacia donde nos dirigimos en el futuro.

Me alegro que Dios está levantando una nueva generación de jóvenes ministros con identidad, sonido y lenguaje propios en América Latina. Eso es saludable. Abrazo con entusiasmo el ser un «papá” en el Reino. Espero que pueda abrazar a cuantos hijos el Señor me dé fuerzas para abrazar. Qué privilegio es abrazarlos y ayudarlos a entender que ahora les toca a ellos hacer algo que jamás podrá hacer mi generación: Ser una voz a su generación. Cambiemos el rechazo por un abrazo.

Vía: Vida Cristiana


Marcos Witt es un reconocido ministro, salmista y fundador del Grupo CanZion, su propio sello de música. Además, es autor de Enciende una luz y muchos otros libros.

Acerca de Toto Salcedo

Comunicador Radio-TV RR.SS Libro: Revolucion desde adentro Pastor EKKLESIA

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